El día que Shantal llegó a nuestras vidas fue uno de los días más importantes para todas, no sólo por la nueva incorporación de nuestra amiga, si no por la noticia que recibimos esa misma noche. Habíamos quedado a cenar como cada jueves noche en nuestro restaurante favorito. Antes, Gabrielle, Kate y yo aprovechamos esa tarde para una de nuestras aficiones más recurrentes: ir de rebajas. Cuando se acercaba a la hora a la que habíamos quedado para ir a cenar empezamos a discutir acerca de cómo llegar al restaurante y cuál era el medio más rápido.
Gabrielle decía que un taxi era el medio más rápido ya que íbamos algo tarde. Yo defendía el transporte público y pensaba que con el metro acabaríamos en 15 minutos en nuestro lugar del destino, y Gabrielle, que desde que se enteró que tenía un tío segundo con colesterol y se propuso llegar una vida sana, pensaba que andando a paso ligero llegaríamos mucho antes. Al final, viendo que no nos poníamos de acuerdo cada uno optó por su propia opción, Gabrielle pilló un taxi, yo me fui a la parada del metro y Kate empezó a correr.
Gabrielle salió al arcén al intentar parar un taxi. Pasaron varios y ninguno se paraba o estaban ocupados, hasta que por fin uno se paró:
- A a la cuarta con Avenue, por favor.
- ¿Perdón?, yo no entender.
- A la cuarta con la Avenue…
- No entender, Avenue ¿qué?
- Joder, he ido a coger la taxista más inútil, A LA CUARTA, CUARTA –señalando cuatro con los dedos- con AVENUE, A VE NUE. ¿ya?
- Si, si, si, ya entender.
Lo que nunca entendí es porque Shantal, la taxista que llevó a Gabrielle, acabó en nuestra cena ese día. Días más tarde me enteré que había habido un tiroteo cerca de la Avenue y que había un taxi implicado que estaba en busca y captura y que se tenía serías sospechas que era un asunto de mafias. Así que rápidamente uní informaciones y pensé que Gabrielle se había llevado a Shantal para evitar que fuese a la policía y contase nada. Pero nunca lo sabremos con seguridad.
Por mi parte, tuve suerte y mi metro llegó con tiempo, así que iba sonriendo pensando que iba a llegar la primera, pero cuál fue mi sorpresa que la línea que cogí, tras más de 30 minutos no pasó por la parada que pillaba cerca del restaurante. Extrañada, pregunté a un revisor el cual me contó que habían cambiado el recorrido de la línea y que tendría que volver a bajarme donde lo cogí. Así que, 45 minutos después me bajé en el mismo sitio donde me subí y cambié de línea de metro.
Kate por su parte, tras apenas llevar ocho minutos corriendo, se dio cuenta que su idea era imposible, así que pensó en hacer trampas: coger un taxi hasta la calle de antes, y desde ahí salir corriendo. Pilló el primer taxi que pasó libre y justo por delante vio como pasaba Gabrielle en el suyo. “Sigue a ese taxi”. Una calle antes, como tenía pensado se bajó del taxi con la idea de seguir corriendo. Justo cuando se bajó y empezó a acelerar el paso, notó una sombra detrás que le seguía, cuanta más prisa se daba más corría la sombra, asustada empezó a desviarse del camino para perder a la sombra misteriosa de vista lo cual le hizo perder el resto, para que un rato más tarde, la sombra le tocase y resultase ser Mia, que llevaba metros gritándole pero con el MP3 no la escuchó.
Al final, llegamos todas más de treinta minutos tarde y la única puntual fue Penny, que había llegado con tiempo y todo y nerviosa por la noticia que tenía que darnos y que llevaba días intentando juntarnos a todas para hacérnosla saber: SE CASABA.
Carrie