viernes, 7 de enero de 2011

CAPÍTULO 6: EL DÍA QUE CONOCIMOS A SHANTAL



El día que Shantal llegó a nuestras vidas fue uno de los días más importantes para todas, no sólo por la nueva incorporación de nuestra amiga, si no por la noticia que recibimos esa misma noche. Habíamos quedado a cenar como cada jueves noche en nuestro restaurante favorito. Antes, Gabrielle, Kate y yo aprovechamos esa tarde para una de nuestras aficiones más recurrentes: ir de rebajas. Cuando se acercaba a la hora a la que habíamos quedado para ir a cenar empezamos a discutir acerca de cómo llegar al restaurante y cuál era el medio más rápido.

Gabrielle decía que un taxi era el medio más rápido ya que íbamos algo tarde. Yo defendía el transporte público y pensaba que con el metro acabaríamos en 15 minutos en nuestro lugar del destino, y Gabrielle, que desde que se enteró que tenía un tío segundo con colesterol y se propuso llegar una vida sana, pensaba que andando a paso ligero llegaríamos mucho antes. Al final, viendo que no nos poníamos de acuerdo cada uno optó por su propia opción, Gabrielle pilló un taxi, yo me fui a la parada del metro y Kate empezó a correr.

Gabrielle salió al arcén al intentar parar un taxi. Pasaron varios y ninguno se paraba o estaban ocupados, hasta que por fin uno se paró:
- A a la cuarta con Avenue, por favor.
- ¿Perdón?, yo no entender.
- A la cuarta con la Avenue…
- No entender, Avenue ¿qué?
- Joder, he ido a coger la taxista más inútil, A LA CUARTA, CUARTA –señalando cuatro con los dedos- con AVENUE, A VE NUE. ¿ya?
- Si, si, si, ya entender.

Lo que nunca entendí es porque Shantal, la taxista que llevó a Gabrielle, acabó en nuestra cena ese día. Días más tarde me enteré que había habido un tiroteo cerca de la Avenue y que había un taxi implicado que estaba en busca y captura y que se tenía serías sospechas que era un asunto de mafias. Así que rápidamente uní informaciones y pensé que Gabrielle se había llevado a Shantal para evitar que fuese a la policía y contase nada. Pero nunca lo sabremos con seguridad.

Por mi parte, tuve suerte y mi metro llegó con tiempo, así que iba sonriendo pensando que iba a llegar la primera, pero cuál fue mi sorpresa que la línea que cogí, tras más de 30 minutos no pasó por la parada que pillaba cerca del restaurante. Extrañada, pregunté a un revisor el cual me contó que habían cambiado el recorrido de la línea y que tendría que volver a bajarme donde lo cogí. Así que, 45 minutos después me bajé en el mismo sitio donde me subí y cambié de línea de metro.

Kate por su parte, tras apenas llevar ocho minutos corriendo, se dio cuenta que su idea era imposible, así que pensó en hacer trampas: coger un taxi hasta la calle de antes, y desde ahí salir corriendo. Pilló el primer taxi que pasó libre y justo por delante vio como pasaba Gabrielle en el suyo. “Sigue a ese taxi”. Una calle antes, como tenía pensado se bajó del taxi con la idea de seguir corriendo. Justo cuando se bajó y empezó a acelerar el paso, notó una sombra detrás que le seguía, cuanta más prisa se daba más corría la sombra, asustada empezó a desviarse del camino para perder a la sombra misteriosa de vista lo cual le hizo perder el resto, para que un rato más tarde, la sombra le tocase y resultase ser Mia, que llevaba metros gritándole pero con el MP3 no la escuchó.

Al final, llegamos todas más de treinta minutos tarde y la única puntual fue Penny, que había llegado con tiempo y todo y nerviosa por la noticia que tenía que darnos y que llevaba días intentando juntarnos a todas para hacérnosla saber: SE CASABA.




Carrie

lunes, 28 de diciembre de 2009

CAPÍTULO 4: EL DE KATE, PENNY, GABRIELLE, MIA Y LOS DEMÁS


Kate me llamó a las cuatro de la noche,
Sólo por joder, sólo para despertarme
Porque Kate se creía
Que había enfermado
Le dolía la cabeza
y su muerte veía cerca

Dónde empieza y dónde acabará
La amistad que nos une
No la aguanto más

Yo estoy sola en el hotel
tengo ganas de bailar
suena Beyoncé
y me marcó un single ladies

Penny estudia para astronauta en la biblioteca
una chica lista
aunque no lo suficiente,
 ya que al final suspendió
Aunque no lo ha confesado
Eso lo sé yo.


Son mis amigas
En la calle pasábamos las horas
Son mis amigas
Por encima de todas las cosas.

 Gabrielle me contó
Que casi muere anteayer
Le dispararon cuatro veces
Sin saber por qué
Yo sospecho que su trabajo
Ni siquiera tiene contrato
Aquella misma tarde pude corroborarlo

Ya no la acompaño ni un día más,
hoy casi muero
y aún me queda krump por dar.

Son mis amigas
En la calle pasábamos las horas
Son mis amigas
Por encima de todas las cosas
Son mis amigas

Mia se fue a vivir a Copenhage
y hoy ha venido hasta Córdoba
sigue tan pequeña,
y de Amy y los demás
ya no sé nada.

Son mis amigas
En la calle pasábamos las horas
Son mis amigas
Por encima de todas las cosas

carrie


jueves, 24 de diciembre de 2009

CAPITULO 3: EL DEL FLASHBACK DE NAVIDAD




Recuerdo la primera navidad que pasamos juntas después de varios años sin vernos. Fue como en esas reuniones de viejos alumnos donde se mira atrás y se revisa donde hemos acabado cada uno.  La celebramos en Agosto, para no romper la costumbre. Hicimos un amigo invisible pero a día de hoy aún no hemos dado regalo alguno. Penny tenía su piso libre y pusimos el mantel bonito y la cubertería de las buenas ocasiones. Comimos, bebimos, nos peleamos por el postre y hablamos. Empezamos a acordarnos de lo que de  pequeñas decíamos que seríamos de mayores  y en lo que realmente nos habíamos convertido.

Kate estudió medicina y a ello se dedicaba, pero nos hizo gracia recordar cuando se presentaba a campeonatos de hip-hop y casting de programas de baile, ahora estaba mayor para eso. Gabrielle soñaba con ser sicaria y mafiosa y tengo mis sospechas de que lo consiguió. Su trabajo en TVE era sólo una tapadera. Mia llegó a ser la gran ejecutiva que todos sabíamos que llegaría a ser, aunque eso le estuviera produciendo más estrés del necesario. Penny no llegó a ser astronauta, según ella “si hubiera nacido lista…”. Pero no se ganaba mal la vida con su consulta psicológica. Y yo, siempre quise ser juez, pero los 330 temas de oposiciones y 3 o 4 años de estudio seguido me echaron atrás, y terminé siendo ayudante de fiscal.

Pero sea como sea, ahí estábamos, un 14 de agosto del 2020, celebrando una vez más nuestra comida de navidad en verano y debiéndonos regalos desde años atrás. All I want for christmas is YOU. :)

 Carrie





sábado, 5 de diciembre de 2009

CAPITULO 2: EL DE QUE TODAS FUIMOS MALOTAS



Parece ser que la única relacionada con el crimen en esta historia soy yo siempre, pero hubo en día que todas nosotras acabamos violando alguna ley y con la policía tras nuestros talones.

El día comenzó como uno más, quedando para desayunar en nuestra cafetería preferida en Sunset Boulevard como casi todos los domingos. Tras el desayuno me fui corriendo de allí puesto que tenía que arregla un “asuntillo”. Carrie insistió en acompañarme, yo no quería que viniese puesto que era una misión peligrosa y dada la torpeza que la caracteriza podría cagarla. Finalmente, decidí que me acompañase y que llevase el coche.

Para Carrie y las chicas el “asuntillo” era recoger una compra en un almacén de la ciudad. Para mí aquello me estaba quitando el sueño durante los últimos días y era que algo que tenía que solucionar pronto y sobre todo, rápido. Y es ahí donde entraba el papel de Carrie. Le dije que esperase con el coche en marcha que entraría un segundo a recoger el paquete, pero todo acabó peor de lo que pensaba.

Shong Yoon era de lo peorcito mafia china y nos debían una gran cantidad de dinero de hace tiempo pero se negaban a pagarlo. Cuando entré me estaban esperando y tuve que huir tras un tiroteo del que me salvé de milagro. Corrí con la esperanza de que Carrie tendría el coche preparado para salir pitando de allí pero cuando llegué el coche estaba vacío, miré por todos lados a ver donde se había metido y la vi cruzando con un dulce en la mano. Le grité y le dije qué que hacía fuera del coche  y me dijo “Tenía hambre tía”.

De repente se asomaron por la puerta un par de hombres de Shong Yoon pistolas en mano y Carrie, blanca, tiró el dulce y se metió corriendo en el coche y arrancó, dejándome atrás. Corrí detrás de ella unos metros hasta que paró el coche y pude meterme dentro. Nos estuvieron persiguiendo durante varias calles, nunca había visto a Carrie tan nerviosa, la “defensora de la ley y el orden” se estaba saltando todos los semáforos habidos y por haber y cometiendo todas las infracciones de tráfico existentes hasta que de repente de un coche insignificante resultó ser la policía secreta y nos paró al instante. Aunque mejor ellos que los Shong Yoon.

Mientras tanto, en otro lado de los Ángeles, estaba Mia. Estaba en unos de esos día pre-menstruales en los que se quejaba por todo, aunque cierto es que Mia siempre se queja por todo. Decidió salir a una de sus aficiones favoritas a ver si se relajaba y fue de compras. En Dolce Gabanna empezó a probarse sus últimos modelitos y ninguno le gustaba y acabó enfada con la dependienta que trataba de hacerle ver que le quedaba bien. Enfadada se disponía a salir de la tienda cuando le vino a la mente una frase que le dije Penny en una de sus sesiones “Intenta vivir nuevas emociones y hacer cosas nuevas, así te sentirás más relajada y te enfadarás menos con el mundo”.

En ese momento, y en un despiste de la dependienta, vio unas gafas por valor de 2.000 dólares que le sentaban muy bien y cuya vitrina de seguridad estaba abierta puesto que estaban organizándola.  Miró varias veces a sus lados y salió sutilmente de allí con las gafas en la mano. Una vez fuera, nerviosa empezó a acelerar el paso y mirando hacia atrás constantemente. Una calle más abajo se paró y empezó a reír de satisfacción puesto que no la habían seguido.

Se puso las gafas y sonó el teléfono. No entendió muy bien lo que le estaban diciendo, decía que era una acento raro, como asiático, y que tenían a Amy secuestrada que si querían verla viva que no fueran a la polícia. No le dio tiempo a reaccionar porque cuando se giró, se encontró a dos policías y la dependienta que la señalaba. Paralizada tiró las gafas al suelo e intentó defenderse ante la policía que la arrestaron inmediatamente.

Y por otro lado, Penny y Kate paseaban tranquilamente después de que Penny acompañase a Kate al hospital para que ésta se pusiese la vacuna para la enfermedad del sueño ya que estaba obsesionada desde que vio una mosca un tanto extraña en su piso y que ella afirmaba que podría ser una mosca tse tse porque desde entonces duerme más. Obviamente, y como en casi todas las vacunas que se ponía Kate, le inyectaron un placebo por recomendación al hospital de su psicóloga Penny.

Durante el paseo de vuelta a casa pararon frente a un quiosco de lotería y empezaron a hablar de lo que harían si le tocase el premio gordo que había esa semana. Soñando despiertas decidieron gastarse una gran cantidad de dinero en la lotería para probar suerte. El hombre, algo discapacitado, recibió el dinero por la compra de los billetes de lotería devolviéndole un cambio equivocado casi equivalente a lo que habían comprado, saliéndole la compra casi gratis a las chicas. Se miraron y decidieron irse. Pero por el camino Kate empezó a delirar sobre el karma y Penny se sentía fatal por lo que habían hecho así que decidieron entregarse ellas misma en la policía.

Y allí estábamos todas en la misma celda del calabozo sorprendidas de encontrarnos allí poco a poco y con los policías bromeando sobre nosotras. Carrie seguía blanca mirando al suelo lo cual me tranquilizó porque sabía que nunca le contaría a las chicas lo ocurrido, y mi versión para ellas fue que nos saltamos un par de semáforos y nos pillaron. Mia no dejaba de quejarse por los asientos, el color de la celda, los policías y por el consejo que Penny le dio. Kate de pie en una esquina enumerando todas las enfermedades que se pueden coger en una cárcel. Y Penny, que siempre le había gustado el mundo de la prisión, aprovechó para dejar el curriculum por si buscaban alguna psicóloga para los criminales.

Yo estaba segura que “los míos” vendrían pronto a por mí como efectivamente fue. Dejé allí a las chicas y moví algunos hilos para que cancelaran los antecedentes y las sacaran pronto. Todo se consigue con algo de dinero y contactos. Una vez fuera, empecé a investigar sobre el secuestro de Amy, aunque yo estaba practicamente segura que era obra de los Shoon Yong.


Gabrielle.

lunes, 5 de octubre de 2009

CAPITULO 1º: EL DE LAS ISLAS FIJI




Las vacaciones es la época del año más esperada por todos y algunas se convierten en inolvidables. Y las del verano del 2009 tenía todas las palpeletas de ser unas de las que nos se olvidan nunca, empezando porque por fin después de muchos años de amistad éramos capaces de organizarlas e ir todas y además en un tiempo record. El destino: las islas Fiji.

Contratamos el hotel más lujoso de toda la isla, nos compramos bikinis con sus pareos y pamelas a juego, varios litros de gazpacho (porque somos así de rebeldes) y nos dispusimos a disfrutar de unas buenas vacaciones sin saber las sorpresas que esa semana nos esperaban. Para empezar cuando llegamos al hotel nos comunican que nuestra habitación se encontraba en la sexta planta y que el ascensor está averiado. Una uña que me rompí subiendo mis 20 kilos de maleta hasta la habitación. Gabrielle tuvo que pararse más de una vez por el camino y echar mano de su pulmón portátil.

Una vez llegamos a la habitación y nos acomodamos, empezó la primera gran aventura del viaje. Kate empezó a ponerse blanca y a temblar. Nosotras al principio lo dejamos pasar ya que pensábamos que ya estaba empezando a “notar” los síntomas de algunas de las 30 enfermedades tropicales que se estudió antes del viaje para prevenirlas. Pero no. Resulta que aprovechando su viaje a las Islas Fiji su hospital le encargó el transporte de un riñón para un trasplante que tendría lugar en la isla. Lo que hace la seguridad social por ahorrar dinero. Y Kate, para variar, se dejó olvidada la mochila donde transportaba el riñón en una nevera en el autobús que cogimos de camino al hotel.

El pánico se hizo con nosotras. No sabíamos qué hacer. Nos pusimos a llamar como locas a la empresa de transporte y salimos a la calle a ver si veíamos al autobús. Pasado ya un rato y cuando dimos por perdido el riñón y el trabajo de Kate, a Gabrielle se le ocurrió una idea. Nos dijo que nos tranquilizáramos que ella conseguiría otro riñón del mismo tipo a lo largo del día pero con la condición de que no hiciéramos ninguna pregunta de cómo, dónde ni porqué. Y sin más, se fue haciendo unas llamada y no llegó hasta la madrugada, pero efectivamente, con una nevera y un riñón dentro de él. Nunca supimos donde estuvo ese día, pero eso reafirmaba aún más mis sospechas de su pertenencia a algún tipo de mafia.

Lo que no sabía Gabrielle es que aquel negocio pudo costarle la vida y la de alguna de nosotras. A mitad de las vacaciones cuando paseábamos tranquilamente por el paseo marítimo de madrugada y apenas había gente en la calle, pasó una furgoneta blindada o con los cristales tintados de la que apareció un tipo con un pasamontañas algo sospechoso, sobre todo por la metralleta que portaba en la mano. Sin más, gritó algo en otro idioma se puso a disparar como loco hacía Gabrielle, el resto nos cubrimos como pudimos (Penny nunca me perdonó que la usara como escudo, no se cree que fuera un acto reflejo). Cuando la furgoneta se fue asustadas empezamos a hacer recuento: Mia estaba, Penny me gritaba, yo le contaba mi teoría sobre los actos reflejos, Kate se buscaba agujeros por todo el cuerpo, pero nos faltaban dos.

Miramos más adelante y vimos el cuerpo de Gabrielle y Amy en el suelo a lo lejos. Llorando nos acercamos todas a ver si seguían vivas pero sin muchas esperanzas. Kate le tomó el pulso primero a Gabrielle y nos miró con gesto negativo. No podíamos creerlo, estaba muerta. Y cuando se acercó a Amy estaba aún estaba viva y sin ningún signo de bala. Cuando vio que éramos nosotras se levantó y dijo que sólo se hacía la muerta para despistar. Nos quedamos un rato sentadas llorando y abrazadas sin asumir lo de Gabrielle, cuando de repente, llena de de agujeros de bala se levanta, se quita la camiseta y se desabrocha lo que parecía ser un chaleco antibalas y sin más dijo: “malditos chalecos antibalas, cuando aprenderán a hacerlos mejores, me duele todo el cuerpo”. Ni intentamos preguntarle por el chaleco. Ya sabíamos que la regla era no preguntar ante todo.

Gabrielle no es la única que estuvo cerca de la muerte. Durante esa semana en las islas viví la que suponía mi tercera experiencia con la muerte (ya os contaré las otras dos otro día), y lo gracioso de la historia es que hay pruebas gráficas de ello. Mejor, porque luego tengo fama de exagerar e inventarme las cosas. Resulta que me estaba dando un baño en las tranquilas aguas del pacífico cuando de repente, y cuando quise darme cuenta era tarde, detrás de mí apareció una ola de al menos 20 metros de altura. No hubo tiempo de reaccionar. En ese momento vi pasar mi vida en imágenes: mis primeras palabras, mi primera bici, mi primer beso, mi primer bocadillo de jamón… No tuve tiempo ni de repasar mi adolescencia cuando la ola rompió en mí y me arrastró durante unos metros por el mar, chocándome contra las rocas del suelo y manteniéndome debajo del agua durante un largo rato hasta que me soltó de golpe en la orilla. Estuve conmocionada durante horas. Fue el día que decidí que lo primero que haría cuando volviesemos a Los Angéles sería mi testamento.

Y a la vuelta de las vacaciones Mia se llevó un gran disgusto cuando vio publicada en toda la prensa rosa fotos “robadas” (eso dice ella) de nuestras vacaciones. En concreto una que llevaba como titular: “Las orgías lésbicas y los nuevos pechos de la empresaria multimillonaria Mia Wallas” en la que aparecía en una postura muy sugerente con Penny, de un día en que ambas salieron solas por la isla. Por lo visto en estos países las operaciones de estética son mucho más baratas que en España, o eso había leído Mia por internet. No nos quiso contar nada para darnos la sorpresa (la sorpresa nos la dio, eso está claro) pero le pidió a Penny que la acompañase a aumentar la talla de su pecho de una 90 a una 105. Contenta con su nuevas dos adquisiciones (te y torras) decidió irse de fiesta esa noche resultado de tal borrachera es la foto que más tarde apareció en la prensa rosa.

Lo de sus tendencias o no lésbicas no pudo desmentirlas, pero lo de su pecho si; ya que, como dice mi madre, “lo barato sale caro”, y cuando volvíamos en el avión debido a la presión de la altura a la que volábamos le explotaron tanto te como torras volviendo a su talla 90 en menos que canta un gallo. Después de la explosión Kate asegura que tiene menos audición en su oído derecho… Pero, ¿qué no tiene Kate?


Continuará...
Carrie

miércoles, 30 de septiembre de 2009

CAPITULO PILOTO



No soy conocida por mi gran memoria, pero recuerdo como si fuese ayer la primera vez que vi a Gabrielle, hay cosas que no se olvidan. Era mi segundo año en el bufete, aún era una novata, pero decidieron empezar a darme poco a poco casos importantes. Y allí estaba ella, con sus pantalones cagados, su pelo rizado y su mochila en la espalda, me recordaba a mi época estudiantil cuando no tenía que ir trajeada al curro. No me había aún sentado en la silla de mi despacho cuando empezó a contarme la razón por la que buscaba un abogado. Al parecer la acusaban de colaborar con una banda mafiosa, cosa que ella negó siempre pero tengo mis serias sospechas de que las acusaciones eran ciertas y que su trabajo como realizadora de TV era sólo una tapadera. El caso es que la defendí y ganamos. Y ese fue mi primer caso importante en mi carrera como abogada penal.
Una de las ventajas del trabajo de Penny es la de anécdotas y personajes curiosas que pasaban por su consulta. Una de estos personajes fue Kate, una médica un tanto peculiar. Y no hablo sólo del hecho de tener media cabeza rapada, de que a veces salga con una zapatilla de cada, que sea la persona que conozco que más cosas ha perdido en su vida. Quizás el detalle que más me llamó la atención de ella y por la cual acudió a Penny era su hipocondría, que no es algo raro si no fuera por el hecho de que era médica. Enfermedad que veía, estudiaba, o diagnosticaba, enfermedad que creía tener. La consulta psicológica hizo “su agosto” gracias a Kate, sin duda.
Otras de los pacientes de Penny fue Mia. Mia Wallas era una importante empresaria, testadura y cabezona se negaba acudir al psicólogo, hasta que su empresa amenazó con despedirla si no se tomaba un tiempo de relax y acudía a terapia para solucionar el estrés y su adicción al trabajo. Aunque después acabaría confesando más de una adicción: al chocolate, a dormir, a Jhonny Deep, al colacao… Penny le aconsejó como terapia el salir más y tener más vida social y así fue como la conocimos y empezó a formar parte de nosotras.
Mia no es la única que tuvo adicciones de nosotras. He de confesar que yo estuve a punto de acudir a terapia también y es que pasé por lo que se conoce como el “efecto fama”. El programa de baile marcó un antes y después en mi vida tanto que me obsesioné y me apunte a clases de baile y así fue como conocí a Amy. Ella era bailarina de clásico pero estaba intentando aprender otros estilos y se apuntó a una master class de Krump que daba mi bailarín favorito y que yo tampoco me podía perder. Tras verme bailar me apartó del grupo en un descanso y me aconsejó que mejorara mi descoordinación con otras actividades, pero que el baile no era lo mío. Llevaba razón. Ya lo decía mi madre: “estudia hija, estudia, que el cante y el baile no te van a dar de comer”.
Bienvenidos al blog de Mujeres Desesperadas.
Carrie.